martes, 29 de julio de 2014

4. Decisión.

UN AÑO DESPUÉS.
  La vida universitaria no era sencilla, por momentos deseaba no haber elegido una ingeniería que conllevaba un poco de todas las carreras que había en el campus; Charlie estudiaba Biología, compartíamos algunas clases… ya que la mía tenía también un perfil en esa carrera. Era bastante lindo ver a mi hermano y a Grecia juntos, aunque ella estudiaba periodismo… siempre se las ingeniaban para estar juntos, en cualquier momento del día no me parecía raro verlos caminar tomados de la mano rumbo a la cafetería, eso me hacía sentir feliz… y al mismo tiempo un poco celosa. Marlon estudiaba Arquitectura, y su novia… Psicología; yo había conocido a una chica, de mi salón… que parecía ser vieja amiga de Andrea, su nombre: Marie Farfallan. Ella era muy linda, tanto exterior como interiormente; algunos argumentaban que parecía más mi hermana que el mismo Charlie; también tenía otros amigos, con los que al principio no tenía un lazo bastante fuerte… pero el tiempo había fortalecido la relación. Ahora, a pesar de las objeciones de Marlon, de vez en cuando, todos nos reuníamos a desayunar, o a comer.
-Danny- susurro Jael cuando entro al salón-, hola.
-Ah, hola Jael- respondí, dejando mis pensamientos a un lado.
-¿Vas a ir a desayunar?- pregunto, mirándome… con una sonrisa.
-Claro- respondí, tomando mi mochila-, seguramente Charlie y el resto ya están en la cafetería. Vendrás, ¿cierto?
-Sí… a Marlon no le mortifica- respondió, caminando a mi lado.
  Puse los ojos en blanco, a veces odiaba que todos se preocuparan por la estúpida personalidad de Marlon, nadie hacia nada por desagradarle, simplemente le desagradaba… ni siquiera yo sabía cómo funcionaba  alguien como él, y menos sabía cómo era que tantas chicas lo veían tan magnífico e inalcanzable. Pese a todo, era magnífico, pero no inalcanzable… Andrea lo había alcanzado, y era la dueña inequívoca de todo lo que era él; dejando eso de lado… Marlon era simplemente un estudiante más del Campus.
  Grecia, ella tenía el don de agradarle a toda la gente que conocía, por lo que Charlie estaba celoso de manera constante, ya que su novia… era el tipo de chica que le gusta a todos los chicos, y eso provocaba en mi hermano un malestar constante… pero a mí me parecía gracioso, ya que nunca lo había visto tan enamorado. Jael y yo caminamos hasta la cafetería, Charlie nos hizo una seña rápidamente para que ubicáramos la mesa y nos sentáramos, hoy Marlon y Andy no nos acompañaban… al parecer era su aniversario, y querían privacidad, lo cual era completamente entendible.
-Daniela- susurro Grecia mirándome.
-¿Qué ocurre?- preguntándome, mientras dejaba mi mochila en la silla.
-¿Podemos hablar?- inquirió, antes de besar a mi hermano-, vamos a pedir la comida.
-Claro…- respondí, un tanto confundida.
  Grecia se puso a mi altura y ambas nos dirigimos a la barra donde se pedía la comida, ella no era para nada misteriosa, pero si era la única que sabía sobre el fideicomiso de mi padre, del que yo era apoderada… y el cual utilizaría para ir a Londres durante el puente que se avecinaba. Además… sería ella quien me cubriría, y eso la hacía lucir nerviosa.
- Sabes que Charlie no te dejaría- susurro ella.
- Por eso Charlie no lo sabe- le recordé.
-¿Qué haré si Charlie logra descubrirlo?- pregunto, mirándome.
- No lo sé- admití-, conociéndolo... querrá tomar un avión para regresarme.
- Ya me imagino el regaño- bromeo ella.
- ¿A ti o a mí?- le seguí la corriente.
- A las dos, pero seamos sinceras, más a ti- respondió con ánimo.
- Si, cuando logre encontrarme- declare-... en un país que no conoce.
-La que tiene ventaja- sonrió mirándome. 
-Algo así- admití, encogiendo los hombros.
-¿Y si crees encontrar a quien buscas?- pregunto, mirando el menú.
-Ya lo vi, conozco su voz...- respondí con una tranquilidad fingida-, no será sencillo hacer a hablar a cada chico de cabello negro y ojos verdes para encontrarlo…- suspire, y luego la mire decidida- pero no es imposible.
-Írela...- bromeo, mientras yo secundaba su risa -¿Y qué pasará cuándo lo encuentres?- me dijo, aun mirando el menú con seriedad.
-No lo sé... ¿tu lo sabrías?- le dije, mirando en la misma dirección que ella-. De estar en mi lugar... no sé, pero entre mis opciones no está abrazarlo, besarlo y decirle que lo amo.
-¿Por qué ni siquiera abrazarlo?- inquirió, sumamente confusa.
-¿Abrazarías a un desconocido?- resollé.
-Te fugarás a Londres por un desconocido- remarco-. ¿Y te sorprende un abrazo?
-Bueno... ¿imaginas la cara que pondría?- sonreí sin gracia.
-Quizá primero estaría anonadado, pero no te quitaría- respondió, mirándome a los ojos.
-No puedo estar segura de que él siente lo mismo por mí- murmure, sin poder evitar el temblor en mi voz-, lo que yo por él.
-Lo has dicho, no estás segura- me recordó, infundiéndome el valor que solo ella podía darme.
-¿Y si no siente nada por mí?- agregue, aun temerosa.
-¿Y sí, sí?- inquirió.
-Me fastidia la idea de ir y no llegar a nada...- admití, mirando a la nada- pero, no puedo quedarme con la idea de si lo hubiera hecho.
-No lo sabrás hasta que lo intentes- sonrió, eso yo ya lo había pensado, pero el que ella me lo recordara, realmente me hizo sentir extraña.
  Grecia me miro, con una sonrisa que denotaba su nerviosismo y su duda; ella se preocupaba por mí, y se lo agradecía… aunque tenía muchos motivos para dudar sobre mi cordura. El viaje era redondo, ya había comprado el boleto, saldría el viernes de esa misma semana… y la fecha de regreso estaba abierta, para volver cuando yo quisiera. Además iría sola, aun país que no conocía personalmente, solo había visto en sueños, lo cual… sonaba absurdo.
-Tienes razón- suspire- pero... ¿sobrevivirías a Charlie?
-Admito que me da miedo, y más cuando dice mi nombre completo- me miro, haciendo una mueca… mostrándose algo divertida-, pero ya veré que haré con él.
-¿Se lo dirías?... digo, dudo que él no imagine donde estaré... pero- me puse rígida-, irse a la deriva... sería un problema
-Trataré de ocultárselo y distraerlo el mayor tiempo posible- me aseguro.
-Gracias…
-No agradezcas, pero recuerda siempre tener cuidado- ella se preocupaba genuinamente por mí, y yo lo sabía, era por eso que nuestro lazo era tan fuerte.
-Pero... te arrastrara con él- la mire, preocupándome también por ella.
-Probablemente- admitió, tomándome la mano-. Pero para cuando eso suceda, quizá ya tengas la respuesta de lo que fuiste a buscar.
-Ojala tengas razón- apreté su mano.
-Aunque no la tuviera ya veremos qué hacer- me devolvió el apretón-. Hay que saltar ese tope cuando lleguemos a él. 
-Bueno, pero no está demás tenerlo como posibilidad- rodé los ojos.
-Lo sé, pero mientras pasa, tú ve y busca tranquila.
  La abrace, a veces ella era la única que realmente conocía mis sentimientos y mi problemática al hablar de todo eso. Sin embargo, ella y yo habíamos hablado antes sobre esto, ella decía que ya conocía a Charlie, y mi hermano decía lo mismo, se habían encontrado, aunque no precisamente en el lugar que había esperado; pero yo creía que el lugar realmente no importaba. Quizá si hubiera sido más valiente y lo hubiera alcanzado en ese metro, ya mínimo sabría su nombre. Suspire. No podía seguir mortificándome por ello, ya había pasado más de un año desde que eso había sucedido, sin duda… seguía pensando en lo que hubiera pasado, pero ahora tenía una oportunidad palpable de conocerlo, no iba a desperdiciarla. Eso evoco una sonrisa en mis labios, al fin iba a lograrlo, algo dentro de mí ardía conforme ese día se acercaba; aunque Grecia y yo mentiríamos para escaparme, ella pasaría el fin de semana en la playa, con todo pagado, sin contar que sería la única persona con la que yo tendría contacto mientras estuviera lejos.
-Lo que pasa en la playa, se queda en la playa- susurro, luego de pedir la comida.
-Ja…- respondí mirándola-, eso si llega Charlie y tienes que detenerlo.
  Grecia se sonrojo completamente ante esa idea, ella sabía claramente de lo que yo estaba hablando, y no tenía intención de retractarme por ello, simplemente había dado en el clavo; pero no era de mi incumbencia su vida sexual, y menos… necesitaba saber que tan activa era. Prefería vivir en total ignorancia con respecto a ello.
-Ya les había dicho que quiero sobrinos- inquirí-, pero no era para que lo tomaran tan en serio.
-¡Ya basta!- gimió, sonrojada, mirando a Charlie-, sabes que no va por ahí.
-Ya, ya…- alce los brazos a manera de disculpa-, lo siento… no volveré a tocar el tema, a menos de que tú me lo autorices.
-Y claro que hablaremos de esto- susurro, mirándome de esa inquietante forma, que solo ella podía hacer-, cuando vuelvas… quiero todos los detalles.
-¿Acaso tengo cara de que me acuesto con desconocidos?- pregunte, bromeando.
-Debe ejercer la misma atracción Charlie ejerce en mí- respondió, ignorando por completo mi broma-, además… tú no has tenido experiencias de ese tipo, puede que la atracción que ejerza sobre ti… sea mayor.
-¡Grandioso!- masculle, cerrando los ojos-, no tengo ánimos de hablar sobre mi inexperiencia en el plano amoroso.
-No es el amoroso, es el pasional- rió ella mientras tomaba la bandeja, y señalaba la otra con la cabeza.
  Me reí luego de tomar la otra bandeja. Era increíble que me llevara así con la novia de Charlie, ellos eran parecidos en muchas cosas, pero eran diferentes en otras tantas; yo sabía que mi hermano me habría cubierto en cualquier otra situación, pero esto… claramente se salía de su control. Aunque hubiera podido convérselo de irse con Grecia a la playa, durante 3 días seguidos, solos… mi madre habría sospechado demasiado pronto; yo sabía que iban a descubrir mi fuga, pero esperaba que cuando lo hicieran… yo ya estuviera lo bastante lejos para que no me hicieran regresar.
  Nos sentamos a comer tranquilamente. Jael y Grecia hablaban animadamente, mientras mi hermano comía su orden de patatas fritas, y yo mi hamburguesa.
-¿Qué te pasa?- me pregunto, arrimándome el plato con frituras.
-Nada- respondí, tomando unas cuantas-, ¿por?
-Haz estado rara- aseguro, quitándome la hamburguesa de la mano-, tú no eres así.
-Extraño a Jorge…- mentí, odiaba utilizarlo para evadir las preguntas de Charlie, pero… simplemente no podía dejar que él me descubriera, no antes de tomar el primer autobús rumbo al Distrito Federal-. No puedo evitarlo, quizá si lo quería.
-Daniela- murmuro mi hermano, dándole un trago a su Coca-cola-, llámalo, aunque… dudo mucho que él siga esperándote.
-Deja de hablar así de él- gemí, escrutando a mi hermano con malevolencia.
-Yo no lo estoy llamando de ninguna forma- sonrió victorioso-, pero si tú crees que el saco le queda.
-Vete al infierno- solté, antes de levantarme de la mesa-, a veces me pregunto porque lo odias tanto.
  Tome mi mochila y camine a la salida, Marlon y Andy venían entrando, pero no me moleste en mirarlos siquiera; sentía que algo dentro de mí estaba hirviendo, pero me quemaba, y no necesitaba que nadie más supiera eso y mucho menos que se anduviera comentando con tanta rapidez. No era común que no vieran pelear a mí y a Charlie, lo que si sabían era que cuando eso sucedía, era porque uno de los dos había hecho algo realmente malo para enfurecer al otro.
  Subí los tres pisos de escaleras, y salte una bardilla de metal, para llegar al techo del segundo piso, que daba directamente a la Avenida Real, calle que cruzaba Orizaba de norte a sur, sin dar giros realmente confusos; caminar por ella me ayudaba a pensar, pero hoy… necesitaba relajarme no pensar, pues si lo hacia todo lo malo acudiría a mi cabeza, como pirañas atraídas a un animal que se está desangrando en el agua. Negué con la cabeza y subí los pies a la barda, abrazándolos para recargar la cabeza en mis rodillas; detestaba que este fuera otro de esos tantos días en los que quería salir corriendo y escapar, pero simplemente no podía hacerlo, mi corazón estaba contento con el plan que había trazado, sin embargo, necesitaba apegarme a él para que funcionara, no podía salir corriendo y escaparme a todo esto… pretendiendo que no iba a haber repercusiones por ello. También era necesario que pensara en lo que haría una vez que llegara haya, tenía la vaga idea de ir a Neds Noodle… ya que era el primer lugar en concreto en el que lo había soñado, y eso… creo yo, que era mejor pista que nada; suspire, cerrando los ojos. Esto me parecía tan grande, tan irreal… pero, estaba a punto de hacerlo… a punto tomar mis maletas y salir rumbo al Distrito Federal para tomar un avión que me llevara a Londres, al corazón del Reino Unido… al hogar de Isabel I y Ana Bolena; mi corazón dio un vuelco al imaginarme en aquellas calles, que eran tan similares a lo que siempre había soñado que fuera mi hogar, estaba tan cerca que casi podía sentirlo… Solo dos días más me separaban de aquella fecha tan importante, y el plan, hasta ahora, seguía siendo el mismo… sin sobresaltos, sin sustos, sin cambios de último minuto.  Todo saldrá bien… me prometí, mientras sonreía, encarando al Sol.
  Deje que este lamiera toda mi piel a su antojo, el frío que había sentido antes había sido reemplazado por el calor, me gustaba esa sensación, me hacían recordar a Durango; gemí, quizá ahí sería el primer lugar, real, en el que mi madre me buscaría… ella seguramente llamaría a Ágar para armar una brigada de búsqueda. Chasquee la lengua, ¿Cómo es que no lo había pensado?, esa también era una enorme posibilidad, y con Grecia en la playa… tendrían que ir a buscarla para preguntarle cualquier cosa; Dios… no había abarcado todas las posibilidades, mi madre creía que yo estaba ligada amorosamente con Jorge, así que no le parecería completamente mal que yo regresara por él… simplemente, era lo que una adolescente enamorada haría, era lo que yo iba a hacer, aunque… no era a Jorge al que estaba buscando, era algo mucho peor.
-Deja de pensar tonterías, Daniela- susurro Marlon en mí oído, sobresaltándome, provocando que casi me cayera-, y ten más cuidado- me reprocho, mientras me sostenía del brazo y yo me aferraba a su cuerpo.
-¡Idiota!- chille, sin poder soltar su chamarra, totalmente asustada.
-Oh, lamento haberte asustado- mintió, con esa voz melosa que me desesperaba; yo seguía luchando por soltarme, cuando él cerró sus brazos a mi alrededor-; sabes que jamás te haría daño, tonta.
-Maldito sea ese estúpido trato- me queje, mientras lo alejaba de mí.
-Pero, ¿porqué?- inquirió, mientras me miraba directamente a los ojos.
-Me fastidia que me llames tonta- informe, mientras bajaba las piernas, y las ponía sobre el techo, en un lugar seguro.
-Solo te llamo por lo que eres- acaricio mi mejilla, haciendo erizar mi piel-, no por honrar el trato.
-No tengo ánimos para pelear contigo- resollé, tomando mi mochila.
-¿Qué… paso?- me pregunto, al momento de que me tomaba del brazo para acercarme a él.
-Discutí con Charlie- respondí, sin luchar contra su agarre.
-El amigo Charlie- repitió con sarcasmo-, ¿Qué ocurrió?
-No te voy a contar sobre mis asuntos familiares- lo mire, retándolo-, eso no es de tu interés.
-No seas terca- cerro los ojos, recargándose contra el filo de la barda-, todo lo que tiene que ver contigo… me interesa.
-¿Por qué?- exigí, mientras me ponía frente a él.
-Yo decido lo que importa y lo que no- abrió los ojos, mirando los míos directamente… enviando una descarga eléctrica a lo largo de todo mi cuerpo.
-Olvidaba que eres Dios- mire a otro lado, pero él me obligo a mirarlo de nuevo.
-Por favor…- susurro, acercando su rostro al mío-, eres tan cruda…
  Quite su mano de mi rostro, empujándola con una de mis manos y luego me aleje de él, lo suficiente como para que sus manos no me rozaran, pero él sonreía victorioso… sabiendo lo que había logrado en mi cuerpo; que seguía temblando un poco por su anterior cercanía.
-Eres imposible- le dije, mientras saltaba la barda para ir a mi siguiente clase.
  Marlon se quedo ahí, mirando el cielo, que estaba… extrañamente nublado, siempre que lo tenía cerca… el cielo se ponía así; lo que me hacia preguntarme si el raro era él, o toda la culpa la tenía el clima de la ciudad de Orizaba. Entre al laboratorio de Informática, donde tendría mi clase de Programación, clase que no compartía con ninguno de mis amigos, más que con Jael y Citlali, con esta última era con quien me urgía hablar; en cuanto la mire, me precipite  hacia ella… esperando a que terminara de hablar con el profesor.
-Buenas tardes- salude al profesor, mientras tomaba a Citlali del brazo.
-¿Qué ocurre?- me pregunto, algo confundida.
-Necesito saber, ¿Qué pasa si no vuelvo del puente?- pregunte, sin rodeos.
-¿De qué hablas?- insistió, doblemente confundida.
-Es que voy a viajar- empecé, tratando de ser convincente, pero sin dar demasiados detalles-, pero no se qué día regrese exactamente.
-Son cinco días- me recordó, aun sin creerme completamente-, pero puedo decir que enfermaste.
-Eres la mejor, Citlali- admití, mientras la abrazaba-. Gracias.
  Le sonreí feliz, antes de tomar mi lugar frente a la computadora. En realidad programación era sencilla, Charlie me había enseñado un poco… y mi padre, bueno él era programador de oficio, y Víctor era informático, así que… conocía lo que estaba haciendo, no era un problema para mí. Termine bastante rápido, como siempre, y grabe el CD para entregárselo al maestro, para que lo revisara y tuviera evidencias de mi trabajo, luego me dedique a navegar por la red; busque, principalmente el aeropuerto de Londres… al que llegaría una vez que el avión aterrizara, pero entonces encontré… otra prioridad, ya que tampoco había pensado en eso, ¿Dónde me iba a quedar? Reí sin gracia, y empecé a teclear 'Hoteles' en el buscador de Google, necesitaba algo que se ajustara a mi presupuesto, que… no era poco, pero tampoco era tan exorbitante como para mantenerme a mí en Londres, ya Grecia en la playa.
  Me sentía como una niña a punto de recibir su regalo de navidad, algo que había estado esperando durante mucho tiempo, finalmente se hacía real frente a mí, pero aun no podía sentir que esta era completamente mi realidad, aun… aun necesitaba tomar ese avión, cuando lo hiciera, todo se materializaría frente a mí…
  Mi teléfono vibro en mi bolsillo, lo saque y salí del laboratorio.
-Daniela- susurro la voz de Ágar al otro lado de la línea-, ¿Cómo estás?
-Hola, bien- conteste, contrariada- ¿y tú?
-Bien, yo…- titubeo-, estoy preocupada por ti.
-¿Por mí?- inquirí, tragándome el nudo que se había formado en mi garganta.
-Sí- repitió, con tranquilidad-, ¿Qué planeas?
-Yo no planeo nada- me queje, sintiéndome descubierta.
-No me hagas ir por ti- sentencio, antes de cortar la llamada.
  Me estremecí. Era culpa del maldito vínculo que habíamos forjado desde hace años, desde que teníamos 6 años, hasta ahora… 13 años después, ese vínculo nos ayudaba a saber cómo estaba una o la otra; o como en este momento, a revelar los planes de una de las dos. Yo no podía culparla por preocuparse por mí, era lo normal… aunque no era normal la manera en que lo había averiguado, no aun, no cuando todavía no había hecho nada. Suspire. Ya no podía cambiar el rumbo de las cosas, el plan estaba trazado, y yo estaba totalmente apegada a él, así como Grecia a su papel en mi elaborado plan de fuga.

lunes, 28 de julio de 2014

3. Recuerdos

  La mañana era fría, para un lugar como Fortín, pero no tanto como para hacerme estremecer… aunque trajera una falda de mezclilla, y una blusa de manga corta… y mi torso solo estaba cubierto por un suéter beige de punto. Mi hermano tampoco lucia incomodo con la temperatura, por su entrenamiento militar -que había hecho antes de cumplir la mayoría de edad- estaba acostumbrado a las bajas temperaturas. Víctor era el único que mostraba un atisbo de frío, pero luchaba con todo su ser por ocultarlo, estábamos esperando un taxi que no llevara a la central de Córdoba, donde abordaríamos otro camión para ir a Boca del Río. Respire hondo cuando subimos al vehículo, tenia sueño… pero no quería dormir, finalmente, luego de varios meses, había conseguido dormir unas cuantas horas sin soñarlo, pero el miedo y el ansia de volver a hacerlo… se hacían cada vez más fuertes. Resople, completamente derrotada… quería verlo, quería sentirlo, quería olerlo, quería escucharlo… cerré los ojos, lo extrañaba tanto, casi como si tuviéramos años sin vernos. Me gustaba que todo sucediera dentro de mi cabeza, dejando fuera a los demás, haciéndome saber que nadie era participe de mi locura; aunque esta vez, debido a nuestra reciente pelea, iba sentada sola. Respire profundamente, y me hundí en el asiento… tenía casi media hora para intentar buscarlo, si esto era un don… como lo había estado pensando, quería dominarlo.
  Era increíblemente atractivo, aun con ese jersey verde oliva, no había necesidad de especular nada… no después de lo que había sucedido la otra noche, ella aun era incapaz de mirarle a los ojos, pero la mano de él iba firmemente unida a la de ella. No podía evitar sentirse cohibida luego de lo que había pasado entre ellos, llevaban conociéndose unas semanas, y ya habían pasado su primera noche, juntos… eso la hacía completamente feliz pero también la confundía. Le amaba, con cada fibra de su ser… y él le había demostrado el mismo amor la noche anterior, pero aun tenía plantada la semilla de la duda desde que se habían reunido con esa muchacha; ahora mismo iban a buscarla, él le había jurado que terminaría con esa relación, y que podrían ser felices para siempre. Le creía, o luchaba por hacerlo… pero estaba asustada.
  Miro sobre su hombro Rui- Picasa se veía majestuosa con los primeros rayos del sol, ella amaba esa estructura, estar montada en uno de los vehículos era como estar en el cielo… completamente libre. Suspiro con tristeza, debilitando drásticamente la presión que había ejercido sobre la mano de él, cosa de la que él se percato inmediatamente y se detuvo a mirarla; jamás había dudado de cuanto le amaba, pero… siempre había pensado que si amaba algo tenía que dejarlo ir, a pesar de haber pasado tantas cosas para estar a su lado, no quería que él renunciara a su felicidad, por ella… el amor, según ella, no funcionaba de esa forma.
-¿Qué ocurre?- le pregunto él, acariciando su mejilla rápidamente.
-¿La amas?- susurro, tragando con dificultad el nudo que se le había hecho en la garganta.
-Ya tuvimos esa discusión anoche, cariño- respondió, con una sonrisa cálida.
-Contéstame- agrego, antes de perder los estribos y romper a llorar-, por favor…
-No tanto como te amo a ti- inquirió él, acercándose para besarla.
-No… tu lugar esta con ella- susurro, alejándolo… sintiendo como su corazón se contraía al hacerlo-, no conmigo.
-No digas tonterías, amor- murmuro el chico, tomando su mano y entrelazando sus dedos con los de ella.
  Ella sollozó un poco y acaricio su mejilla, sintiendo como las lágrimas lamian su rostro con parsimonia, luego le sonrió… soltando su mano.
-Te amo- inicio, y puso el dedo índice sobre los labios de él, antes de que pudiera proferir palabra alguna-, con toda mi alma… y lo de anoche ah sido maravilloso. Pero no puedo seguir con esto, debo regresar… mi madre está preocupada, y esa chica te ama. Te hará feliz, lo sé…
-Nadie puede hacerme más feliz que tú- resolló él, cuando logro zafarse…
-Lo lamento…
  Ella se dio media vuelta y empezó a correr a través Westminster Bridge Rd., no quería mirar atrás… eso la haría regresar y no podía, tenía que dejarlo ir… ella tenía que irse, nunca podrían ser felices mientras ella fuera una fugitiva de su familia, y él tuviera una relación con alguien más. Era lo mejor, se repitió una, otra, y otra vez hasta que llego a Jubilee Gardens; estaba sofocada, o lo estuvo hasta que lo vio, al chico que la había ayudad a llegar a esa conclusión, a tomar esa decisión…
-Ah, sido lo mejor- susurro-, ven conmigo- extendió la mano hacia ella.
  Ella la tomo, sin poder dejar de llorar…
  Desperté, confundida, agitada, estresada y triste. Me mordí el labio y mire a Charlie… él y Víctor me hicieron una seña, habíamos llegado; baje de mala gana, aun estupefacta por lo que había visto, ¿Quién era ese chico?, ¿Por qué tenía la sensación de haberlo visto antes? Maldita sea, no iba a lograr concentrarme en el examen si esto seguía dando vueltas en mi cabeza; tenía que pensar en otra cosa. Andrés y Grecia estarían ahí… presentando el examen también, ojala me tocase en el mismo salón con alguno de ellos, eso sería lo mejor que me podría pasar en este momento. Tomamos otro taxi, que nos llevo hasta la USBI de Boca del Río, el lugar donde presentaríamos la prueba. Chasquee la lengua, la fila era enorme, y yo odiaba esperar; al bajar del auto vi a Grecia hacerme señas, no pude evitarlo… mi corazón se estrujo violentamente y me precipite hacia ella. La abrace con fuerza, hundiendo mi rostro en su cabello castaño, que llevaba un tanto rizado;  ahora más que nunca me ayudaba mucho ver una cara conocida, que no fuera la de Charlie, seguía molesta con él. Mi amiga me estrecho contra su cuerpo, sin poder ocultar su sorpresa ante mi necesidad; no era alguien que requiriera mucha atención, pero si era alguien sumamente expresiva, y ella sabía leerme a la perfección… solo había una cosa que ella ignoraba, y esa cosa eran… mis sueños, los responsables de que me sintiera tan débil en este momento.
  Permanecí contra ella, era por muy poco más alta que yo, pero junto a ella… al menos ahora, me sentía cómoda, y protegida; Charlie se acerco y la beso, sin siquiera tocarme. Víctor no dijo nada, solo nos hizo una seña para informarnos que iría a preguntar algo al principio de la fila; ninguno le respondió, no había necesidad de tal cosa, y yo… no estaba en condiciones de hacerlo.
-Pareces un zombi- grazno una voz cerca de mí.
  Me volví, sin soltar a Grecia… ahí estaba él. Alto, ligeramente fornido, musculatura delicadamente distribuida a lo largo de su tórax, espalda y brazos; con aquella sonrisa arrogantemente atractiva y despreciable, pero… tan perfecto como lo recordaba. Vestido completamente de negro, a excepción de su camisa, que era rojo escarlata; venía acompañado… de una muchacha, que tenía un rostro precioso… como el de una muñequita de porcelana. Ese rostro de muñeca estaba enmarcado por un cabello castaño oscuro, que caía de forma ondulada sobre sus hombros, sin sobrepasarlos completamente; me sorprendí, ella se veía tan vulnerable a su lado, y sin embargo, su mirada irradiaba una fortaleza oculta. Una fortaleza que, hasta cierto punto, se veía eclipsada por el amor que había entre ellos dos.
  Gemí de forma inaudible, sentí un pinchazo en el fondo de mi alma, Marlon y su novia… Grecia y Charlie, y yo…  la compañera incomoda que solo terciaba cualquiera de los dos grupos, me mordí el labio inferior, deseando con todo mi corazón que Jorge estuviera a mi lado en ese preciso instante. Solté a Grecia y me aparte un poco, ignorando como se fulminaban Marlon y mi hermano con la mirada; estaba celosa, a un punto que no podía explicar… nunca había sentido algo así, jamás en toda mi vida me sentí tan fuera de lugar como en ese instante. Me aleje hasta que me senté sobre  las raíces de una palmera y cerré los ojos, no era siquiera capaz de verlos darse arrumacos mientras yo estaba sola, lamentándome internamente sobre lo que había pasado en mi sueño. Dolía, mis ojos ardían, quería llorar… pero no me daría el lujo de hacerlo, no ahí. Abrace mis piernas instintivamente y me oculte tras ellas, Víctor no se veía por ningún lado, cosa de agradecí y maldije a partes iguales; tome mi teléfono y marque un número, número que había jurado no marcar nunca: el de la casa de Jorge.
-Hola...- susurro al otro lado de la línea.
-Hola…- murmure, ocultando lo mejor que pude la agonía en mi voz.
-Hey, ¿Cómo estás?- se apresuro a decir cuando me reconoció.
-Bien y ¿tú?- inquirí, mirando a la nada-, ¿listo para la escuela?
-¿Bromeas?- gruño, a son de burla-, no quiero ir si no estás ahí.
-Oh, vamos- gemí, casi dolorosamente-… tendrás que aprender a vivir sin mí- Jorge y yo nos llevábamos así, un día podíamos coquetearnos y al siguiente ignorarnos-; si paso este examen no me veras en un tiempo.
-Pues tendré que apresurar mis planes- farfullo, antes de soltar una risita-, para atarte a este lugar.
-No me digas- gruñí, siguiéndole la corriente-, adivinare… ¿te acostaras conmigo?
-¿Tan predecible soy?- pregunto, medio bromeando y medio en serio…
-Tonto- respondí, al darme cuenta de que la fila avanzaba-, ya vete… se te hará tarde.
-Lo que usted ordene, my lady- grazno por la bocina, antes de que le colgara.
  ¿Por qué no lo amaba?, hubiera sido sencillo… era guapo, y ya me había dado una clara muestra de que le gustaba… ¿Por qué no dejar todo el rollo de mis sueños y dedicarme a aprender a amarlo?, la respuesta me llego más rápido que un golpe directo a mi estomago… yo no me quedaría en Durango para siempre, no cabía una gran posibilidad de que reprobara este examen. Me pare detrás de Marlon y de su chica, en total silencio; no quería hablar con nadie, sin importarme si me habían escuchado mientras hablaba por teléfono, ninguna reprimenda cambiaria mi ya de por sí, asesinado, estado de ánimo.
  Casi como un enviado por los ángeles, Víctor apareció justo antes de que yo entrara a la Facultad, me miro y se precipito hacia mí, con una sonrisa nerviosa.
-Relájate- le dije, mirándolo-, nos ira de maravilla.
-Lo sé, confió en ambos- me respondió-; cuando salgan llámame, yo vendré por ustedes.
-Sí, lo hare…- conteste, sonriéndole un poco-. Te lo prometo.
-Suerte.
-Gracias…
  Empezaba a creer que la necesitaría, estaba demasiado dañada emocionalmente como para concentrarme en una prueba para entrar a una carrera que no estaba seriamente demandada, ya que acababan de abrirla un par de semanas atrás, cuando cheque la página de dicha Universidad. Una chica me pregunto por mi número de ficha, y me condujo al salón donde presentaría el examen, había perdido al resto del grupo de vista, pero no me importaba… entre más lejos estuviera de las muestras de cariño era mejor para mí salud; no es que tuviera nada en contra de que fueran felices, al contrario… me daba mucho gusto; lo malo aquí era que… ninguno de ellos podía imaginar cómo me sentía y menos tras la discusión con Charlie. Entre al aula, y me sorprendí… Marlon estaba en el mismo salón, un par de pupitres detrás del mío. ¡Estupendo!, gruñí para mí misma, ahora tendría que presentar la prueba, no solo presionada por todas mis angustias… sino que tenía que soportar esa mirada tajante, que parecía querer destruirme con solo enfocarse en mi persona; me estremecí, él era raro… había aprendido a quererle, pero eso no cambiaba el hecho de que en ocasiones me asustara. Me senté, meneando un poco la cabeza; la encargada de nuestro grupo se acerco a mí y sonrió.
-¿Daniela Sagredo?- pregunto con timidez, mirando mis ojos… preguntándose si serían reales o si sería lentillas.
-Sí- respondí, ligeramente inquieta por su mirada-, y sí… son mis ojos.
-Disculpa- susurro ella, poniendo un cuadernillo y una hoja frente a mí-, llénala y puedes empezar.
  Respire hondo, ignorando tanto como podía la fija mirada de Marlon en mi espalda; abrí el sello del examen y empecé a contestarlo, la chica puso la hora de inicio en el pizarrón y argumento que tendríamos 2 horas para contestarlo. Yo no había estudiado, y me sentía cansada… pero al evaluar el examen de forma general, me di cuenta de que, en cierto modo, era pan comido. Resople e inicie a llenar círculos en la hoja que me habían entregado; era lo que más odiaba de las pruebas de opción múltiple… no me gustaba hacer círculos para llenar cada espacio, era tedioso, complicado y confuso; trate de calmarme, estaba irritada por mi sueño, pero este no era el lugar ni el momento para ponerme a interpretarlo… primero tenía que terminar esa prueba.
  Me sobe la sien al llegar a la parte de Informática, no era fanática de esa materia, conocía lo básico y me sentía orgullosa de ello, puesto que no creí necesitar más. Eran preguntas sencillas, casi todas relacionadas con los iconos de los principales programas que solían utilizarse, los de Office; finalmente había terminado, repase mis respuestas un par de veces y me levante, extendiéndole la hoja a la responsable.
-Puedes irte- sonrió con amabilidad-, gracias…
  A veces me parecía completamente hipócrita que la gente sonriera de esa manera, cuando no te conocía, puesto que incluso la gente que te conocía lo utilizaba para distraerte; abrí la puerta y salí. Realmente estaba enloqueciendo, me enfurecía cualquier comentario o situación, y todo por culpa de un maldito sueño… en el que ahora me veía en medio de dos chicos. Me acerque a un pequeño estanque, situado cerca de donde se encontraba el edificio donde había realizado la prueba; me incline y mire mi reflejo en el agua. ¿Por qué me estaba pasando todo esto?, ¿Por qué no podía ser normal?...
-Sería estúpido que lo fueras- susurro Marlon a mis espaldas. ¿Cuándo había llegado?, ¿Cómo encontró el hilo de mis pensamientos?-, dejarías de gustarme.
-Déjate de tonterías- grazne, enderezándome-, tienes novia… y por lo que vi, están completamente perdidos uno por el otro.
-No me gustas de la misma forma que ella, y lo sabes- murmuro, acercándose lo suficiente para alcanzar la piel de mi mejilla con solo estirar el brazo-. Y no soy el único al que le fascina tu forma de ser… por autoritaria y confusa que sea.
-Gracias por el alago- sisee, apartando su mano de mi rostro-, pero no lo necesito.
-Deberías dormir un poco más…- añadió, antes de cerrar su mano alrededor de mi cuello-, cuando duermes como se debe, tienes un humor más agradable… y eres menos temeraria.
-Si vas a matarme, hazlo- lo rete, mirando fijamente sus ennegrecidos ojos.
-No digas tonterías- susurro, sin inmutarse-, aunque… admito que es sumamente tentador.
-¿Me odias?- gemí, ocultando el creciente miedo que se albergaba en mí.
-No, no te odio- respondió, cerrando los ojos-; eres alguien muy importante para mí, y por eso… si me lo volvieras a pedir… de esta forma, sería incapaz de negarme.
  Todo mi cuerpo se estremeció cuando su mano se retiro lentamente de mi cuello. Sus manos siempre me habían parecido extrañas, por el hecho de que me brindaban seguridad… y un miedo profundo, al mismo tiempo; no podía negarle nada, y se me dificultaba pensar cuando estaba cerca de él, sin embargo… me gustaba estar cerca de él, era la única persona que podía ayudarme cuando me encontraba devastada.
  Su novia salió de un edificio contiguo al nuestro, me miro con cara de pocos amigos, pero tomo instintivamente el brazo de Marlon. Me mordí el labio inferior, si ella había visto la forma en la que él me trataba, quizá lo había malinterpretado todo… Andrés era incapaz de portarse como alguien normal, siempre era seductor con sus actos, aunque no fuera intencionalmente, o eso era lo que yo siempre quería pensar.
-Por cierto, ella es Andrea- me dijo, mientras acariciaba la mejilla de la muchacha con un cuidado que jamás había visto, como si fuese a quebrarse ante cualquier toque rudo.
-Un placer- susurre, sintiendo de nuevo aquel dolor en el pecho… provocado por los celos.
-El placer es mío, Daniela- murmuro ella, esbozando una media sonrisa.
  No pude seguir mirando, tanto amor me hacía sentir mareada y dolida… quería encontrar una explicación lógica a mi último sueño; hice un gesto con la mano y me aleje de ellos, pensando en lo que había sucedido… me había marchado de su lado, luego de… según lo que había sentido fue una noche alucinante, donde había notado lo mucho que me amaba. ¿Por qué?, ¿podía ser tan tonta como para hacerlo?... si eso lo haría feliz, lo haría sin dudarlo; ese tipo de acciones eran parte de mí, siempre dándolo todo por otros y casi nada por mí. Detuve en seco mi caminata, ¿era capaz de renunciar a la persona que amaba, por satisfacer el amor de alguien más?, un grito quedo ahogado en mi garganta, yo conocía a ese muchacho… al que me había dado la mano en el sueño, no podía equivocarme… era él, nada más y nada menos que: Jorge.
  Esto tenía que ser una maldita broma de pésimo gusto, que diablos estaba soñando entonces… ¿el presente, el pasado o el futuro?, era demasiado confuso… de ser el pasado, Jorge no podría estar ahí, y ese chico que había visto era él… sus facciones, su cabello, su cuerpo, su forma de hablar, no podía equivocarme con eso. Chasquee la lengua, no podía ser el presente… porque yo estaba en México no en Londres, y si era el futuro… estaba cometiendo un terrible error, ya que ninguno sería feliz al lado del otro; quizá con esfuerzo funcionaria un par de meses, pero ¿después? Podría esforzarme, pero… tal y como había tratado de ignorar mi sueños, iba a fracasar en mi intento por olvidarlo, y creía que sería más fuerte ese sentimiento cuando fuese capaz de verlo, tocarlo y sentirlo; negué con la cabeza, llorando con desesperación. ¿Qué estaba pasando conmigo?, ¿Por qué tenía que pasarme esto a mí? Desee tanto estar en mi casa, y poderme hacer ovillo en mi cama, ignorando todo y a todos… dedicándome a dormir, para conocer el desenlace de esa trágica historia. Me obligue a caminar, aun abrazándome a mí misma.
  Unos brazos se cerraron en torno a mi cuerpo, y fue cuando rompí en llanto, a él no podía mentirle, no podía engañarlo… sin importar lo que pasara entre nosotros, siempre lo querría de la misma manera, no podía evitarlo, me gire y hundí mi rostro en su pecho, ignorando todo lo que nos rodeaba, en ese momento… solo existíamos Charlie y yo. Mi hermano acariciaba mi cabello suavemente, susurrándome que todo estaba bien, que no me preocupara; repentinamente me vi transportada a la época en la que yo le decía eso, hacia 8 años, durante el divorcio de nuestros padres. Él era todo cuanto deseaba proteger, pues mi hermana aun estaba en el vientre de mi madre para ese entonces, así que mi única responsabilidad real había sido Charlie; nuestra complicada infancia nos había vuelto tan unidos, casi podíamos sentir los estados anímicos del otro, eso era raro… pero sumamente útil cuando ninguno quería hablar sobre algo, como en este momento.
  Saco el celular de mi bolsillo, sin que me percatara completamente. Se sentía muy endeuda conmigo por todo lo que le había evitado, y ahora… que era más alto y robusto que yo, me había dicho que era su momento de protegerme; y lo cumplía a la perfección, mi hermano era maravilloso, y era más consiente que yo de que las personas podían cometer errores terribles… pero mi capacidad de perdonar estaba mil veces más desarrollada en mí, que en él. Casi me cargo para llevarme a la puerta de la Facultad, oía un par de juegos de pisadas cerca de nosotros, junto con algunos cuchicheos, pero no me sentía con la fuerza suficiente como para enderezarme y averiguar de quienes se trataba; pero no había necesidad, casi podía adivinar de quienes se trataban: Grecia, Marlon… y por lo tanto Andrea. Quizá Charlie y Marlon no se gustaran en absoluto, pero era más que obvio que compartían una cosa: su creciente preocupación por mí. Eso no me agradaba más que a cualquiera de ellos dos, pero en este momento no tenía fuerza ni siquiera para caminar por mi cuenta.
-Necesito aire- le dije a mi hermano con tranquilidad.
-Sí, linda…- susurro él, guiándome hasta una esquina.
  Esto no podía ser bueno, de hecho creo que era peor que solo malo. Cerré los ojos con fuera, yo podría contra esto, tenía que hacerlo; quise soltarme del agarre de mi hermano, pero él se mantuvo al pendiente de mí, sin dejar que Marlon se acercara para inspeccionarme.
-Puedo caminar sola- le dije, aunque ninguno me creyó… incluso para mí, eso sonaba como a una mentira.
-Si insistes en caminar- resolló la voz de Charlie-, te llevare en mis brazos.
  Lo mire, y me recargue contra su hombro, esperando a que me ayudara a caminar… odiaba que me cargara, me hacía sentir inútil, y a mí no me gustaba para nada esa sensación… estaba acostumbrada a hacerlo todo por mi cuenta, sin ayuda, sin que nadie se preocupara.
  Suspire, Víctor había llegado. Al parecer yo no me veía tan mal como creía… ya que él no hizo ningún comentario al respecto; Marlon y Andrea desaparecieron inmediatamente, sin decir una sola palabra, eso me tranquilizo un poco. Víctor se veía animado, y me aventure a pensar que era porque había charlado con mi madre, antes de venir.
-¿Quieren ir a la playa?- pregunto, esbozando una sonrisa amigable.
-Claro- me apresure a decir, soltando la camisa de mi hermano.
  Caminamos detrás de él, aunque el llegar a la playa no parecía suponer un gran esfuerzo… solo era cruzar un par de calles, y caminar cerca de un kilometro; me sentía animada… el hecho de ver la playa era emocionante para mí… aunque no supiera muy bien porque…
  Habían escapado, juntos, un par de días antes de que se volviera un compromiso formal. Ella lo había convencido, y estaba feliz, conduciendo sin un rumbo aparente.
-¿Secuestro?- mascullo él, con una sonrisa divertida.
-Tenía tu permiso, no cuenta- respondió ella, mirándolo de reojo.
Él rió alegremente, poniendo la mano sobre el muslo de ella, lo que le provoco una descarga eléctrica que la recorrió por completo en un abrir y cerrar de ojos.
-Me gustan tus piernas…- susurro, justo cuando llegaron al borde de un acantilado, que daba un panorama hermoso del mar.
-No magulles la mercancía- rió ella, abriendo la puerta del coche.
  Él amaba aquella sonrisa coqueta, que lo decía todo y no decía nada, pero no podía decírselo; aun se encontraba confundido. Estando con ella, era como encontrarse en su hogar, era ella todo cuando había deseado y anhelado; fortaleza, con un toque de ternura; belleza, con una deliciosa pisca de coquetería; inteligencia y agudeza, unidas a su lado intrépido… algo que siempre le atraía en una mujer, y que ahora lo mantenían atado a otra chica. Igualmente dulce y graciosa, pero no era ella… no era la chica de melena negra que ahora le sonreía para invitarlo a salir del automóvil; aquella chica no era la dueña de aquella enigmática mirada que lo enloquecía completamente, ni la poseedora de aquellos labios que encendían cada parte de su cuerpo. Sonrió y abrió la puerta, encaminándose a ella rápidamente y tomándola por la cintura…
-No hay prisa…- le dijo ella, sintiendo su aliento golpeándola en el rostro.
-Sí que la hay…- susurro, rozando sus labios con los de ella-, más de la que te imaginas…
  Ella sonrió, justo cuando él la besaba con una urgencia que no había sentido nunca, ni cuando se besaron por primera vez; las olas rompían contra las rocas, haya al fondo de aquel acantilado… las gaviotas ululaban, volviendo el panorama mucho más ameno. No importaba el fondo que tuvieran, si era la playa, una montaña, la pared de una habitación… mientras estuvieran juntos, cualquier lugar sería su hogar… 
  Sonreí, lo había recordado… por eso adoraba la playa, su urgencia al besarme… era todo lo que me importaba, no iba a cometer el error de mi otro sueño, no lo haría… lo buscaría, lo encontraría y me quedaría con él, para siempre. El viaje de vuelta a Fortín fue verdaderamente agradable, me sentía renovada… feliz, completa, al menos en algunos aspectos.
  Los dos días luego de ese viaje a Boca del Río, la estancia en Fortín fue bastante agradable; yo me había comportando un tanto rebelde con el hecho de la nueva boda de mi madre, pero… ahora estaba bastante segura de que no encontraría un mejor candidato para hacerla feliz, y si ella lo era… yo no tenía nada que argumentar al respecto. Mi vida había cambiado mucho, con tan solo un par de días cerca de la pareja sentimental de mi mamá, quizá… había una esperanza de que nuestra familia volviera a ser, al menos, similar a como había sido cuando la relación entre mis padres fue buena. No deseaba que volvieran a sufrir, ninguno se lo merecía. No era justo, para nadie.
  El viaje de regreso, fue un par de horas más largo de lo que fue el de venida, pero… mis sueños parecían haber cambiado un poco, ya no lo veía… solo podía sentirlo, como si algo nos mantuviera un poco lejos; eso dolía, pero también me ayudaba a poder conciliar un sueño realmente reparador.
  Faltaban unos meses para que yo tuviera que irme definitivamente de Durango, ya había tomado mi decisión, me iría, junto con toda mi familia; no estaba renunciando a mis amigos, simplemente había sopesado mis prioridades y había decidido. Ya era mayor de edad, lo cual… era bueno, una ventaja para lo que venía planeando desde que tenía poco más de 13 años: Viajar a Inglaterra. Ahora la idea no era tan descabellada, yo podía tomar mis propias decisiones, sin que estas afectaran, ya, directamente a mi familia… ahora el problema se tornaría meramente monetario, ya que dudaba tener algún espacio para conseguir un trabajo; y lo vuelos a Londres no eran para nada baratos. Estaba atada a mi vida en México, por otros motivos, pero seguía estándolo… y no me gustaba, para nada; pero… ya me las arreglaría cuando fuera tiempo.
  Ahora lo único que dolía era la despedida, de todos aquellos a los que quería, todos se quedaban en Durango… y me asustaba forjar nuevos lazos una vez que entrara a la Universidad, pero no podía evitarlo… estaría en el mismo campus con Grecia, con Andrés, y al parecer también con Andrea, la novia de Andrés. Con ellos ya tenía un lazo, y yo… era algo que no podía evitar, siempre tenía la necesidad de estar rodeada de gente en la que podía confiar…

2. Viaje

  El día del viaje llego más pronto de lo que habría deseado, ya estábamos en la maldita terminal, esperando que anunciaran nuestra salida; solo viajaríamos Charlie y yo, el novio de mi madre nos esperaría en el Distrito Federal, donde transbordaríamos para llegar a Fortín. Resople, mi madre le daba a Charlie un montón de instrucciones, aunque yo era la mayor… a su lado parecía que él me llevaba 3 o 4 años; a pesar de ser, bastante atractiva -textuales palabras de mi hermano-, aun tenía la apariencia de una niña, al menos en el rostro, ya que llegando al cuello… el resto, era de una mujer completamente desarrollada… a 15 días de cumplir la mayoría de edad.
-¡El autobús con destino a México Norte, está a punto de partir por la sala 2, anden número 35!- dijo la voz de una mujer en el alto parlante-, favor de pasar a abordar.
  Tome mi maleta y me coloque la chaqueta en el hombro, hacía calor… pero la temperatura comenzaría a disminuir con forme las horas transcurrieran; eran casi las 6 de la tarde, el viaje duraría, como mínimo, 12 horas. Mi madre me abrazo con fuerza y beso mi mejilla, no iba a decirme nada, no había necesidad de hacerlo. Charlie se adelanto a entregar los boletos, mientras yo lo seguía de cerca; el señor que estaba en la puerta le sonrió y le susurro: ''Feliz viaje'' mientras le regresaba los boletos. Él me tomo de la mano, nadie que hubiera visto a mi madre, pensaría que éramos hermanos; Charlie se portaba más como un padre, o un esposo, que como un hermano menor, pero… aun así lo adoraba.
  Tomo su lugar al lado de la ventada y palmeo el asiento que estaba a su lado, puse mi bolsa en la parte de arriba y me senté, acorrucándome en su regazo rápidamente; era algo que hacía por mero instinto, o necesidad, no lo sabía… solo sabía que en esa posición me sentía segura, Charlie daría cualquier cosa con tal de protegerme y yo haría lo mismo por él. El conductor puso una película en cuanto salimos de la central, era 2012, yo ya la había visto, por lo que me dedique a escuchar música en mi celular; sabía que eso no me orillaría a nada, más que a quedarme total y profundamente dormida…
  Waterloo Rail Station se abría paso ominosamente frente a ella, pero por primera vez en todo lo que llevaba de vida, era la primera vez que se sentía en su hogar; extrañaba todo lo que había dejado atrás, pero no le parecía tan descabellado haberse ido por buscar un sueño, lo cierto era que… necesitaría muchísima suerte para poder localizarlo, pues… solo estaba segura de reconocer su voz. ¿Cómo iba a hacer hablar a todos los hombres de Inglaterra?, no lo sabía, ciertamente no tenía ni la más mínima idea de cómo hacerlo, pero… si estaba segura de una cosa. No iba a darse por vencida.
 Camino lentamente, con las manos dentro de la gabardina beige que llevaba; tenía hambre, y busco un lugar para comer. Acababa de pasar por Jubilee Gardens, cuando decidió bajar por Road Beleverde, hasta un pequeño bar llamado Neds Noodle. Se sentó en la barra y espero a que alguien la atendiera, pero al parecer solo la miraban, como si fuese un bicho raro metido en el lugar equivocado. Se le erizo la piel de la nuca, y se mordió el labio… maldiciendo por no haber llegado a Arch One Bar & Grill que estaba realmente mucho más cerca de la estación, sin embargo… solo estaba dejando que su interior se expresara, no era algo que ella decidiera sola, algo dentro de ella la hizo entrar a ese bar, pero no sabía que era. El bar no era precisamente precario, era pequeño, si… pero también sumamente acogedor, algo en el ambiente hacia que se sintiera cómoda; miro hacia todos lados, un chico en particular la estaba mirando, se sintió un poco consternada, ya que no podía verle el  rostro, lo tenía cubierto con el menú. Suspiro volviendo su vista al barman, algo dentro de ella le pedía que saliera, pero otra… igual o más fuerte, le exigía que se quedara y encarara a ese chico; no lucía mayor a ella, podida deducirlo, aunque si era por mucho más alto que ella.
-Disculpe- dijo él, con una voz que sonó algo interesada-, ¿nos conocemos?
  Eso la tomo desprevenida, y sintió un vuelco en el estomago, conocía esa voz, definitivamente la conocía, pero la pregunta era, ¿de dónde? No supo que lo había estado mirando como una completa idiota, hasta que él le sonrió, con cierta complicidad.
-Lo siento, me temo que no- respondió ella, escudándose tras la limonada que habían puesto frente a su lugar, sin embargo… esas palabras sonaron más a una mentira o a una blasfemia.
-Es una lástima- inquirió, ignorando a la chica que había llegado a su lado-, mataría por besar esos labios.
  El sonrojo se hizo presente rápidamente, y la confusión se alojo en todo su cuerpo, eso no tenía ningún sentido, o ¿sí?...
  Me enderece, un poco  desorientada, mirando por la ventana, Charlie parecía muy interesado en la película, no era 2012, era una diferente… la protagonista era la actriz de un programa que yo solía ver, llamado ''Almas Perdidas''. Me talle los ojos y mi hermano sonrió.
-¿Dónde estamos?- le pregunte, al darme cuenta de había oscurecido por completo.
-Exactamente…- susurro pensativo-, no lo sé. Hace como media hora salimos de Zacatecas.
-Ya veo…- mentí, aun recordando la imponencia de Road Beleverde, y la hermosura de Jubilee Gardens.
  Me sumí en el asiento y jale mi chaqueta, si habíamos salido de Zacatecas…. Entonces llevábamos 4 o 5 horas de camino, suspire. ¿Por qué había soñado eso?, refunfuñe. Había visto su rostro, pero mi memoria de corto plazo era algo a lo que nunca me había fiado, pues solía jugarme muchas bromas de mal gusto; Charlie me tomo la mano y sonrió.
-¿De nuevo mi cuñado etéreo?- murmuro con dulzura.
-Lo vi- respondí mirándolo a los ojos, detectando la sorpresa y alegría en ellos.
-¿Cómo es?- pregunto, completamente interesado en lo que estaba diciendo.
-Cabello negro, lacio, piel blanca…- murmure, poco convencida-, no recuerdo sus facciones, pero… ahora si reconocería su voz en cualquier confín de la Tierra.
-Mientras tu mente no esté jugándote otra broma- susurro, antes de besar mi sien-, por mi no hay problema en acompañarte a cruzar el océano.
-Olvídalo- sentencie.
-Londres no es precisamente un pueblito, Danny- inicio él mirándome-, ¿crees que dejare a mi hermana merodear sola por una ciudad desconocida?
-No seas tonto- gemí-, conozco la ciudad.
  Si por conocer podía entender que cada noche, los últimos diez años, una nueva parte de la ciudad se develaba en mis sueños. No tenía idea de lo que sería estar ahí realmente, pero… esperaba fervientemente que la espera no fuera terriblemente larga, pues me parecía que casi 18 años eran más de lo que podía soportar. No luche por volver a dormirme,  aunque mi hermano permanecía acariciando mi brazo suavemente, sabiendo que eso destruía todas mis fuerzas de seguir consciente, no tenía ánimos de dormir, cosa que incluso a mí me sorprendió un poco.
  Charlie se quedo dormido al poco rato, abrazándome, como si fuera un oso de peluche. Esto era un viaje largo, sin importar lo que estuviera pasando por mi mente, la idea de que no sería el último se volvió, repentinamente, llevadera. Saque mi teléfono y agradecí tener señal, me conecte a internet y encontré conectada a la única amiga que tenía en Orizaba, su nombre Grecia Starks.
HOLA, le escribí inmediatamente.
¿CÓMO ESTAS?, me pregunto… yo sonreí, ella era alguien a quien yo apreciaba mucho.
CREO QUE PODRIA ESTAR MEJOR, PERO… NO PUEDO QUEJARME, le respondí… sintiendo como mi hermano se movía debajo de mi espalda,  Y ¿TÚ?
BIEN, TAMBIÉN. ¿DÓNDE ESTÁS?, esa pregunta me desarmo… me alegraba verla de nuevo, pero aun así no estaba feliz con el hecho de vivir en Fortín, a 10 minutos de Orizaba.
DE CAMINO A TU CASA, quise ponerle un tono de humor  a mis palabras.
¡ESTUPENDO!, me reí. La señal se había perdido, ya me pondría en contacto con ella cuando llegara a México, si es que llegaba a una hora decente.
  Me acorruque en el cuerpo de mi hermano, esperando dormir otro rato, apenas eran las 11:30 de la noche, aun nos quedaban cerca de 6 horas de camino; quería soñarlo de nuevo, los últimos meses lo único que anhelaba en el día… era la hora de volver a dormir, pues solo en ese momento podía estar cerca de él. Recordar sus labios moverse mientras decía que le encantaría besar los míos me dejo inmóvil durante un segundo, pensando cómo sería, o más bien como se sentiría tener sus labios sobre los míos… Lleve delicadamente mi dedo índice a mis labios, nunca había deseado besar a nadie, no como esta vez, era completamente irracional. Era desesperante, no había mucho que hacer y la pantalla del autobús se guardaría en cuando la película terminara; y ya estábamos sumidos en una penumbra, algo sobrecogedora, el camión estaba tenuemente iluminado por unas lámparas fluorescentes de color verde, que no servían para ver a una gran distancia, supuse que era para que los guardias de caminos pudieran contabilizar a las personas que viajaban en el autobús, aun que… la cantidad era relativamente nula. Generalmente los viajes al Distrito Federal eran demandados, pero en este autobús en particular… solo viajaban cuatro personas, además de mi hermano y yo. Suspire, aun faltaba mucho tiempo… y no quería ponerme a pensar en nada que no fuera en recordar su rostro, su voz era terriblemente familiar, como si la hubiera escuchado antes, incluso antes de que naciera, porque me había estado siguiendo desde que tenía uso de razón, esto era algo sumamente diferente…
  La central del Norte en México, apareció en mi campo de visión era ostentosa… incluso aunque fuera de noche, el camión iba entrando lentamente sin precipitarse ni un poco.
-Charlie…- le susurre al oído, tratando de zafarme de sus brazos.
-¿Qué?- gimió él, abriendo un ojo de mala gana.
-Ya llegamos- le informe, señalando la ventana-, levántate.
-Espera a que estacione- resoplo, volviéndose a acomodar.
-Juro que si te duermes… te dejare aquí- lo amenace, levantándome de mi lugar para estirar las piernas.
  Mi hermano sonrió alegremente y  me empujo para que lo dejara pasar, baje mi bolsa y espere a que el vehículo se detuviera en el andén, mi hermano me siguió cuando me apresure a bajar; saco los boletos que nos habían dado para la maleta y se lo dio al hombre que bajaba el equipaje. Se lo colgó y entramos a la central, ciertamente era más grande que la de Durango, me sentí amedrentada por el gentío que iba y venía en todas direcciones; sentí como mi estomago se comprimía al sentirme desubicada. Charlie me tomó de la mano y entramos, tenía miedo, mi corazón latía frenéticamente… estaba demasiado nerviosa, más de lo que me habría gustado; todo estará bien… me obligue a pensar mientras caminaba, o mejor dicho… era remolcada, por Charlie a través de toda la central. Pero entonces sucedió algo que no habría imaginado… escuche una voz, cerca de un puesto de comida en la central.
-Uno por favor- susurro un muchacho de cabello negro a la dependienta.
  Mi corazón se detuvo instantáneamente, y solté la mano de Charlie, era él… lo sabía, jamás habría podido ser tan estúpida como para confundir ese tono de voz tan seductor, no cabía la menor duda, era él… y yo no iba a dejar pasar esta oportunidad.
-¡Daniela!- grito mi hermano cuando me aleje para llegar a la tienda.
  Mis oídos estaban tapados, o esa sensación tenía, estaba confundida; mi cabeza maquinaba muchas ideas locas, ninguna sonaba coherente o cierta, yo no tenía ni la más mínima idea de lo que le diría una vez que estuviera frente a él. No lo conocía, no sabía su nombre, lo único que era inconfundible para mí era su voz, esa voz que lograba erizarme la piel… esa voz que me hacía sentir yo misma, en casa… mi hogar estaba al lado del dueño de esa voz; me abrí paso a través de la gente, esperando alcanzarlo. Pero ya no estaba ahí.
-El chico- jadee mirando a la dependienta-, el que estaba aquí hace un minuto. ¿Por dónde se fue?
-Por allá, rumbo a la salida- dijo ella sonriendo-, ¿es tu novio?
-Ojala lo fuera- respondí, antes de ponerme a buscar la salida como una loca.  
  Perdí de vista a mi hermano, y sentí como mi teléfono vibraba dentro de mi bolso, pero lo ignore. Tenía que llegar, tenía que alcanzarlo… me sentía obligada a hacerlo, gimotee recordando mi último sueño, se había portado algo arrogante, pero sin duda la confianza que mostraba en si mismo me había hecho delirar… un calor abrazador subió por mis piernas cuando escuche sus palabras, y ahora mi corazón me exigía encontrarlo. Encontré la salida, y me pareció verlo entrar al subterráneo, me mordí el labio… nunca antes había viajado ahí, y no tenia intensiones de hacerlo; obligue a mis piernas a seguir en movimiento, y saque mi teléfono, justo en el momento que entro una llamada del novio de mi madre.
-¿Dónde estás?- pregunto alarmado-, tu hermano me dijo que saliste corriendo, ¿Qué ocurre?
-No puedo explicarte, voy al subterráneo… tratare de encontrarlos ahí- la señal volvió a morir una vez que llegue abajo-, ¿Dónde…?- inicie, cuando lo vi acercarse al unas escaleras que daban a una planta inferior.
  Me mordí el labio, esta vez con más fuerza. ¿Qué diablos estaba haciendo?, ¿le gritaría?, ¿se detendría si lo haría?, y si así fuera… ¿Qué iba a decirle?... Mis labios hormiguearon ante la idea de una posible respuesta, por más de 17 años había estado esperando esto, alguna señal real de que era de verdad, que él existía y ahora la tenía; no lo iba a dejar ir… aunque tuviera que detenerlo y besarlo. Alcance a ver donde compro el boleto, nadie más se acerco a la taquilla hasta que llegue y saque mi cartera.
-Un boleto, con el mismo destino que el chico que vino hace rato- susurre, sintiendo mi corazón estrujarse ante la espera.
-Suerte con tu novio- me dijo ella, señalando la puerta por la que había entrado.
-Gracias…
  Entre a donde paraba el metro, mirando a todos lados, no estaba ahí. Maldije, y entonces vi al metro pasar frente a mí… él iba sentado cerca de la puerta, pude ver su perfil, me quede helada… sus ojos verdes eran hermosos, como dos esmeraldas que refulgían bajo la luz blanca del metro. Llore en silencio, lo había perdido; mire el boleto distraída, iba al aeropuerto internacional, aunque tomara el siguiente… probablemente no lo alcanzaría. Sentí el frío del DF por primera vez, y me puse la chaqueta, regresando por donde había venido, había reaccionado demasiado tarde y ya no podía cambiar eso, estaba molesta conmigo misma. Baje la cabeza, esperando ser ignorada por la muchacha de la taquilla, llegue a las escaleras que subían hacia la central, cuando mi a mi hermano… quien al reconocerme se precipito a abrazarme; oculte mi rostro en su pecho, llorando desconsoladamente. Él no dijo nada, me mantuvo abrazada a su cuerpo mientras caminaba detrás de Víctor, el novio de mi madre, para comprar los boletos que nos llevarían en metro hasta la central de TAPO. Subimos al metro, ya había estado en ese lugar, cinco minutos antes, pero ahora… sentía como si no estuviera ahí, era como si mi alma se hubiera ido con aquel chico; era estúpido, pero estaba segura de que era él, no me daba miedo apostar todo lo que poseía a que era él. Charlie me sentó en un espacio vacío y puso la maleta frente a mí, la sostuve con las piernas y mire por la ventana; era de madrugada, no veía gran cosa… y realmente no me interesaba ver nada, simplemente quería bajarme… quería ir al aeropuerto a buscarlo, pero no tenía ninguna referencia para hacerlo, había visto sus ojos… más de lo que nunca vi en mis sueños, y recordar eso hacía que mi corazón volviera a desbocarse. Nunca había sentido algo similar, jamás. Nunca había sentido que mi corazón se detuviera y se acelerara al mismo tiempo; vi mis ojos reflejarse en el vidrio del vagón, y luego recordé su perfil… cerré los ojos, tratando de aferrarme a ese recuerdo, no había prisa, el viaje en metro duraba más o menos hora y media.
  Finalmente había aceptado tomar un café con él, no estaba muy segura de ello pero tampoco perdía nada, lo único que la mantenía ahí era esa encandilante mirada color esmeralda, y aquella voz hipnótica. Sin embargo, él se mostraba, hasta cierto punto, arisco con ella… como si admirara cada uno de sus movimientos a una distancia prudente. La chica agacho la cabeza, provocando que uno de sus lacios cabellos se pusiera sobre su rostro, él sonrió animadamente y con un delicado gesto, coloco aquel mechón en su lugar.
-Te ves preciosa- susurro, aun estando a escasos centímetros de su rostro.
-G-gracias- titubeo ella, mirándolo fijamente a los ojos.
-Tengo tantas ganas de…- dijo él, aproximándose a sus labios…
  Antes de que pudiera responder, él trabo su boca con la suya, haciendo que cada una de sus células cobrara vida propia, era mareante, pero una sensación que la embargo de placer en un segundo, tomo su rostro, atrayéndolo aun más hacia ella; era una urgencia de pertenecerse, que se transmitió a través de sus labios, unidos como si se tratase de una sola persona…
  Desperté, completamente desorientada, el vagón seguía en movimiento; mire a Charlie… antes de llevarme una mano a la boca, finalmente lo había hecho, lo había besado y esa agradable sensación seguía presente en cada una de mis terminaciones nerviosas. Con un gesto le hice saber a mi hermano que todo estaba bien, de hecho… por una parte… todo lo estaba, pero ahora estaba más decidida que nunca a buscarlo, quien quiera que fuese, y lo encontraría; esta vez la distancia no me interesaba, no importaba si tenía que cruzar el océano… lo haría sin pensarlo.
  Bajamos del metro y subimos por la rampa hasta la central, no dirigimos con premura a la taquilla de AU, donde Víctor compro los boletos con destino a Orizaba.
-Démonos prisa- argumento, casi jadeando-, el camión está por salir.
  Nos acercamos al andén, donde checaron nuestras maletas y luego subimos al autobús, aun eran 5 horas desde ahí, el viaje aun era largo… y yo estaba agotada, aunque había dormido gran parte del tiempo que hizo el autobús de Durango al DF, mis sueños solo lograban revolver mis sentimientos y me hacían sentir extraña, con cada uno de ellos me hacía más consciente de que este no era mi lugar, tenía que irme, sin importar la promesa que le había hecho a mi madre de no viajar hasta que me graduara de la Universidad… era posible que no resistiera tanto tiempo, no ahora que sabía que él existía.
  Me estremecí. Era descabellado… no podía dar a conocer su existencia, no con solo un presentimiento y una carrera por alcanzarlo, él ni siquiera se había percatado de mi existencia; quizá yo realmente estaba demente, aunque no lo creyera en su totalidad… tampoco podía refutarlo completamente. El amor que sentía era una prueba irracional de su existencia, pero este mismo amor, dirigido a alguien que no conocía, podía ser una prueba innegable de que estaba completamente loca; era algo que no podía negar, ni aceptar, según fuera el caso. Suspire, mirando por la ventana, el rocío cubría los vidrios del autobús, y el mismo calor de la gente que iba en la unidad con nosotros provocaba que se empañaran, debido a que la temperatura afuera era más baja que la que había dentro; la limpie, hundiéndome en mi asiento y cubriéndome lo mejor posible con mi chaqueta.
  Ya no podía dormir sería como jugar demasiado cerca del fuego, y aun no pretendía quemarme con él, pero tenía la ligera sensación de que eso sería completamente inevitable; ese fuego del que hablaba era una diminuta brasa que permanecía débil, y parcialmente encendida dentro de mí… nada, nunca, había perturbado su estado, no hasta el sueño del día de hoy. Parecía que ese beso había desencadenado una serie de pequeñas explosiones a lo largo de mi cuerpo, haciéndome saber que estaba viva… justo ahora que creía que no podía sentir otra cosa que no fuera desesperación, confusión y una profunda tristeza… ese beso me había hecho entender que podía sentir más, mucho más, y era un sentimiento abrazador que, así como me complementaba amenazaba con destruirme. Todo en exceso es malo, pensé. El amor sin medida podía causar un dolor aplastante, y yo no me sentía lista para eso, el dolor de dejar todo aquello que había considerado mío alguna vez… ese dolor de apartarme de lo material y quebrantar los lazos que había forjado a través del tiempo, sabía que nada de eso se compararía con el dolor de perder a la persona que había amado locamente los últimos 17 años de mi vida. Eso evoco un nudo en mi garganta, estuve a punto de romper a llorar cuando recordé que no estaba sola, no podía llorar, no sabiendo que tendría que dar explicaciones al respecto, no tenia esas explicaciones… y aunque las tuviera, no sabría como modificarlas… a tal grado de que no me tomaran como a una lunática que tenía un lugar garantizado en el ala principal de algún hospital psiquiátrico; si no estaba lista para un nuevo hogar, definitivamente no lo estaría para un cambio tan radical en mi vida. Ni era el tipo de chica que estaba dispuesta a vivir bajo los efectos de medicamentos, que los médicos asegurarían, mantendrían mis alucinaciones a raya. Eso era estúpido por sí mismo, yo misma había luchado fervientemente por ignorar todos y cada uno de mis sueños, pero cada vez se volvían más y más frecuentes, y en cada uno de ellos mis sensaciones físicas se  fortalecían; cada sueño me hacia amarlo más, cada uno me hacía sentir un paso más cerca de él… y ahora que lo había visto… nada ni nadie iba a volver a llamarme loca, no iba a permitirlo.
  Al bajar por las cumbres, la niebla, que descendía con parsimonia sobre las montañas, capto por completo mi atención… las montañas estaban cubiertas de una densa vegetación, aunque conforme se alejaban iban cambiando las tonalidades verduzcas, por un misterioso y cautivante azul ceniza; vi mis ojos, reflejados en el vidrio… eran, hasta cierto punto, enigmáticos. La coloración que tenían era rara, muy poco conocida y quizá era la única en mi familia que la poseía; los ojos de Charlie eran achocolatados, aunque parecían tan profundos como un yacimiento de petróleo -solía compararlos con ello, porque el tono de café iba aumentando hacia su pupila, donde se tornaba completamente negro-, tenía lindos ojos, casi tan lindos como los de nuestra madre… pero compartíamos un rasgo característico en los miembros de la familia de mamá. Mientras más nos acercábamos a la edad adulta, nuestra apariencia era más tierna, pues nuestras facciones no eran marcadas, eran más buen suaves y bien delineadas; parecíamos niños, y no adultos… como se supone que debería ser.
-¿Me contaras lo que ocurrió?- me pregunto Charlie, sacándome violentamente de mis pensamientos. Volví a estar en el andén del metro… viendo su perfil, como si la vida se me fuera en ello…
-Lo vi…- gemí, salvada por el arribo del autobús a la central de Orizaba.
  Aun no estaba preparada para hablar de lo que había sucedido en el DF, aun era demasiado increíble para creerlo en su totalidad; baje detrás de Charlie, aun con las manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta.
-Vamos a comprar los boletos- nos dijo Víctor con una sonrisa.
-Vayan… voy al tocador- murmure, señalando el baño-, nos vemos aquí.
  Vi la preocupación de Charlie crecer en sus ojos, pero no era el momento de contarle nada, ya habría tiempo de hacerlo, cuando estuviéramos a solas… y yo hubiera terminado de digerir la noticia; arrastre los pies hacia el baño de damas, entre y me moje un poco el rostro. Inconscientemente me mire al espejo… seguía siendo yo: alta, delgada, con el cabello negro cayendo con rebeldía sobre mis hombros, mis ojos grisáceos con aquellos peculiares destellos azulados, la piel blanca; era yo… tenia la misma ropa que día anterior: una blusa negra de manda corta, unos jeans oscuros, converse negros con blanco y una chaqueta color oro. Física y aparentemente era yo, continuaba siendo yo. Suspire, había algo más… yo adoraba delinearme los ojos, no mucho… solo lo suficiente, para que me dieran aquella expresión felina y depredadora que tanto me fascinaba. Sin embargo, ahora… aun con el maquillaje, parecía solo un insignificante gatito casero asustado; no me gustaba, lo odiaba, no tenía la vibra que solía tener. En ese aspecto no era yo, toda la seguridad que tenía en mi misma parecía haberse evaporado repentinamente, bufe y golpee uno de los lavabos, con la fuerza suficiente para que levantara la mano haciendo una mueca de dolor. Un sueño no podía estarme haciendo esto, una esperanza no podía degradarme de tal forma, o ¿sí? Gemí ante la respuesta que llego a mi cabeza, no quería que nadie más se molestara en hacérmelo saber, simple y sencillamente había bastado con mirarme al espejo para darme cuenta en el deplorable estado en el que me encontraba; eso a lo que me aferraba con tanto fervor, me convertía en nada… y no iba a esperar a ver como eso me destruía lentamente, no lo haría.
  Saque una liga de mi bolsa y me recogí el cabello en una coleta alta, el cabello me llegaba casi a media espalda recogido, luego salí del baño… con un humor bastante mejorado…, iba a seguir siendo yo, sin importar lo que tuviera que hacer; por ahora no podía simplemente tomar un avión y viajar a Londres, tenía que ser paciente… algún día lo haría, estaba segura de ello, alcanzaría mi sueño, estaba dispuesta a todo por lograrlo. No iba a pasarme la vida convirtiéndome en un pedazo de basura que tenia sueños proféticos que no luchaba por alcanzar, iba a ser alguien en la vida… y cuando lo fuera, lo primero que haría sería tomar el primer vuelo a Inglaterra, a cumplir lo que tanto anhelaba: reencontrarme con el chico al que había besado en sueños. Camine hacia donde me vería con mi hermano y con Víctor, ellos ya estaban ahí, esperando el autobús que dijera ''Córdoba''; le sonreí a Charlie y me apresure a pegarme a su pecho, aferrándome a su playera. Subimos a la unidad, y me escude, mirando fijamente por la ventana… la lluvia comenzaba a hacerse presente, y yo estaba cansada… y tenía hambre; me recosté sobre el hombro de Charlie, procurando no dormirme, ya habían sido muchos sueños por un día…
-¿Qué piensas?- susurro, abrazándome cariñosamente.
-Que quisiera haberme enamorado de ti- respondí, entrecerrando los ojos.
-Ja… suerte con ello- inquirió, sonriendo ampliamente-, sabemos que mi corazón tiene dueña.
-Sí, casi lo olvido…-resollé-, el magnífico Charlie… ha encontrado a la dueña de sus pensamientos… y su nombre es: Grecia Starks.  Señoras y señores, favor de pasar al lado izquierdo para que se les presente al siguiente soltero codiciado de la lista.
-Idiota…- respondió él riendo.
-Me amas…- agregue, cerrando los ojos.
-Con todo mi corazón- susurro, antes de besar mi coronilla.

  Me relaje, sin quedarme dormida, solamente trate de mantener mi mente completamente en blanco… necesitaba vacaciones de tantas cosas inexplicables; mis sueños eran hermosos, pero… demasiado confusos en algunas ocasiones, quería acabar con todo esto, pero no era tan sencillo como sonaba. Requería ayuda, pero no sabía a quién pedírsela, nadie podía comprenderlo… no en la magnitud que tenía. Suspire, pensando en la Rui- Picasa, la rueda de la fortuna que podía  verse desde Westminster Bridge Road, pero en realidad estaba en Jubilee Gardens; era hermosa, y desde la parte más alta se podía observar el Big Ben con toda claridad… aunque el resto de la ciudad se viera completamente confuso desde aquella altura. Era como si yo quisiera encontrarme arriba, completamente ajena a lo que sucedía a mí alrededor… a todo lo que pasaba bajo mis pies, eso era una, de las muchas cosas que yo deseaba con todo mi ser; no había algo que ansiara más que el hecho de que toda mi familia viera en mí a la chica fuerte, decidida, madura, la muchacha a la que nada ni nadie podía doblegar. Por una parte, quizá pudiera ser cierto, pero por la otra… había días en los que deseaba morirme, llorar… una desesperación se hacía presente en mi pecho desde que despertaba, como si me hiciera consciente de que tenía una  bomba cronometrada en el corazón, y que se hubiese puesto en marcha; la mayor parte del día, procuraba no ser compañía de nadie, pues realmente  no era una buena compañía cuando me sentía de esa manera… con eso solo lograba preocupar y lastimar gravemente los sentimientos de las personas que me querían y se preocupaban por mí. Sin embargo, si había alguien que me hacía sentir mejor cuando estaba cerca de él, a veces creía que enamorarme de él hubiera resultado casi tan sencillo como enamorarme de Charlie. Yo le quería, y él me quería, muy a su manera… que era realmente muy poco ortodoxa, y quebrantaba todas mis definiciones de amor; pero, lo cierto era que… a su lado no me sentía vulnerable, él conocía mis debilidades tan bien como Charlie, pero él las utilizaba para enseñarme algunas lecciones. Algo de lo que estaba segura, siempre o casi siempre, era que odiaba que yo me sintiera débil, o que me hiciera daño, físicamente hablando, eso… me había quedado claro en más de una ocasión, en las que para reprenderme, amenazaba con hacerme más daño, y a pesar de que en el fondo era completamente incapaz de lastimarme… yo nunca había sido capaz de contradecirlo, siempre tenía la razón y me hacia darme cuenta de lo valiosa que era. Me humillaba, a tal punto de que mi verdadero yo surgía y lo ponía en su lugar; esa era su forma de mostrarme mí valía… haciendo renacer a quien era realmente, y ese alguien… le gustaba, le agradaba sobremanera; pero, éramos solo buenos amigos, amigos que siempre se daban la mano, aunque yo lo necesitara más que él a mí…, su apoyo incondicional, cariño -poco ortodoxo, pero cariño al final-, la preocupación uno por el otro… ¿Qué más podía desear?, me lo había preguntado más de una vez, y siempre tenía la misma respuesta: Él no es la persona a la que buscas, los últimos años cada chico que me llamaba la atención era rechazado por esa maldita respuesta, que llegaba de no sé qué maldito lugar de mi corazón; era exasperante. Me sentía cómo una desadaptada social, la única chica de mi edad a la que nadie le conocía un novio, la única que siempre estaba rodeada de chicos, pero que no se involucraba íntimamente con ninguno… o no de la forma que debería, era simple amor filial, de hermanos o familiares, nunca había pasado de eso. Me preocupaba por todos y cada uno de ellos, colaboraba a la hora de resolver sus problemas, hacia todo lo que estaba en mis manos y a veces hasta más. Sin importar lo que fuera, yo siempre estaba ahí para ayudarlos, aunque me sintiera como una completa estúpida de la que todos esperaban demasiado, era un título que, desgraciadamente, me había ganado yo sola, con mis acciones. Suspire, el camión se había detenido… finalmente habíamos llegado a nuestro destino.
  Víctor y Charlie hablaban animadamente sobre los verdosos paisajes que nos rodeaban por todos lados, a ninguno parecía importarle la ligera llovizna que caía sobre nosotros, yo odiaba la lluvia, pero no tenían porque enterarse; estornude y me solté el cabello, de alguna manera tenía que funcionar como una bufanda. Camine detrás de ellos, ajena a la casi toda la plática, era su charla… y no había sido invitada, así que no veía él porque tenía que intervenir en ella; entramos a la casa de la familia de Víctor, era una casa humilde, pero muy acogedora, no era la gran cosa por fuera -ni por dentro-, pero el cariño que se tenían en entre ellos… era mucho más que evidente. Además del toque hogareño, admití que olía delicioso… y mi estomago reacciono ante el aroma que provenía de la cocina, no me había preocupado por comer.  Y lo cierto era que me moría de hambre, deje mi bolsa donde Víctor nos indico… y entre a la cocina y me encontré con una señora no muy alta, de piel morena, cabello totalmente negro, y con una  expresión agradable en el rostro, su sonrisa era muy cálida e inmediatamente me inspiro una confianza increíble.
-No me di cuenta cuando llegaron- admitió, sin perder la sonrisa-, ya casi esta lista la comida.
-Hola, Sofí- dijo Víctor abrazándola-, ellos son mis hijos…
-Te falta una- agrego ella-, y tu esposa.
-Cierto, Trinny y ella se quedaron haya- respondió, denotando cierta nostalgia-, ellos vienen a presentar el examen de la universidad.
-Oh, ya- admitió ella mirándonos, se percato de que Charlie me tomaba de la mano… un gesto poco común entre hermanos.
-Soy Daniela, y él es mi hermano: Charlie- nos presente, extendiendo mi mano libre hacia ella.
-Yo soy Sofía, la hermana de Víctor- respondió ella, estrechando mi mano con firmeza-, un placer conocerlos.
-El placer es todo nuestro- agrego Charlie, estrechando su mano, con solemnidad.
-Deben estar cansados, y deben querer darse un baño- añadió ella-, hay agua caliente para que se bañen.
-Muchas gracias- admití. Me moría de ganas por tomar un baño relajante.
  Mire a mi hermano y regrese a la habitación donde nos quedaríamos, a pesar de la lluvia el calor era agobiante, sin duda completamente diferente a lo que estaba acostumbrada; me había prevenido, una semana antes había salido con Ágar a comprar ropa holgada, fresca y cómoda. Tome una falda blanca de holanes, una blusa de tirantes del mismo color, pero con un pequeño grabado en negro, por lo que saque unos zapatos de piso del mismo color; saque mi shampoo y regrese a la cocina, añoraba bañarme, pero desconocía totalmente la ubicación del baño. Mire a Víctor expectante, y él señalo una puerta que estaba cerca de otra habitación, le sonreí y camine hasta ahí, algo distraída… hasta que choque con alguien. Me sacaba una cabeza, era casi de la misma altura que Charlie… y aunque me consideraba alta con mi 1,64… de pronto me sentí pequeña; una sonrisa se dibujo en su rostro al mirarme, no era la primera vez que un chico me miraba de esa forma; pero eso no lo hacía menos incomodo. Carraspee la garganta, atrayendo totalmente su atención, por un segundo, ya que la puerta principal se abrió tranquilamente y ese chico alzo la vista inmediatamente; era otra mujer, con rasgos similares a los de Sofía, sin embargo… al parecer la edad, y dos hijos -un adolescente rebelde y una niña peligrosamente cerca de esa edad- estaban haciendo mella en su rostro; se veía mayor a Sofía y a Víctor, pero irradiaba la misma energía positiva que ellos.
-Pepe- chillo el muchacho que venía con ella, él era unos centímetros más bajo que Pepe… pero era por mucho más robusto, aunque su complexión no podía ser comparable con la de mi hermano.
-Hola, Martín- susurro él, dándome acceso total al cuarto de baño.
  Escuche el gruñido de Charlie al darse cuenta de que ambos me miraban, como si fuese un exótico platillo que habían servido en su mesa, mi hermano era protector, y celoso… lo adoraba por defenderme, pero a veces… como en esta ocasión, exageraba un poco; yo podía cuidarme sola, la mayor parte del tiempo… pero cuando no podía, él siempre estaba ahí para apoyarme. Le sonreí, para calmar los ánimos y entre al baño.
  Al fin un poco de privacidad, me dije mientras me quitaba la chaqueta color oro, que estaba bastante húmeda. Había una modesta tina, que no me limite a la hora de llenar con agua tibia, requería un poco de relajación; dentro de unas horas saldríamos de camino a Boca del Río para presentar el examen que podría cambiar el resto de mi vida. Termine de desvestirme y entre a la tina, el solo hecho de sentir el agua cubriendo cada rincón de mi cuerpo me hizo sentir segura, amaba estar en contacto con el agua; me zambullí a modo de que el agua cubriera por completo mi cuerpo y luego volví a salir, recargándome en uno de los lados. Necesitaba aprobar ese examen si quería graduarme, necesitaba aprobarlo si quería salir adelante, necesitaba aprobarlo si quería largarme a buscarlo a Inglaterra. Gruñí, no era tan sencillo como decirlo. Iba a buscarlo, quería hacerlo… deseaba hacerlo, pero no podía… no ahora, no con tantos líos encima; y aunque pudiera… ¿Qué iba a hacer en Inglaterra, concretamente? Una respuesta podía ser ir a todos aquellos lugares que había soñado, algo me decía que no me perdería en Londres, lo conocía tan bien como si hubiera vivido en ese lugar mucho tiempo, pero si no podía encontrarlo, ¿Qué iba a hacer entonces?
  Ya era bastante estúpida la idea de fugarse con un novio, Mayra lo había hecho con su novio… y no le había funcionado, a pesar de llevar 3 años saliendo y que a toda su familia le agradaba, no habían soportado estar juntos 24 horas, 7 días a la semana; si ellos, conociéndose de toda la vida, siendo mejores amigos y luego novios… no había funcionado. ¿Qué garantías tenía yo para asegurar que funcionaria una relación con alguien a quien solo había soñado, y a quien, yo, aseguraba había visto una vez en mi vida?, sonaba enmarañado… me desesperaba mucho; pero albergar un poco de esperanza no podía ser tan malo,  o ¿sí?
    Suspire. ¿Él tendría el mismo interés que yo?, ¿los mismo sueños?... porque no, porque no me había mirado ni una sola vez, ¿era que había decidido que estaba loco y lo había ignorado?, ¿Por qué yo no podía hacerlo?... Si él había sido capaz de olvidar un amor tan tórrido como el que yo sentía, entonces… también yo podía hacerlo, ¿no? Trague saliva al imaginarlo, no podía… eso me convertiría en una chica más, yo nunca quise ser eso… yo era yo, y todos eran felices con mi forma de ser. Alguien debería amarme como era, y no por pretender ser alguien más. Cerré los ojos, vaya tontería era todo esto… Mi teléfono sonó, me sobresalte un poco, pero extendí el brazo para hurgar en mi pantalón en busca del aparato.
-¿Alo?- masculle, separando el aparato de mi oído para verificar el número, era mi buen amigo, el adorable Marlon.
-Hola- respondió con parsimonia, con ese tono tan arrogante que lo caracterizaba.
-Que sorpresa- mentí, haciendo una expresión aburrida.
-Grecia me dijo que venías hacia acá- agrego, un tanto serio-, ¿Por qué tu afán en portarte mal?, cuando te portas bien todo funciona de maravilla.
-Sí, de maravilla para ti- inquirí, molesta.
-Oh, vamos Danny- resolló, casi sentí como su mano se ponía sobre mi mejilla para aumentar mi molestia, gemí de una forma inaudible.
-No tengo ánimos de hablar contigo, ¿sabes?- le informe, limpiando mi rostro con agua para calmar el hormigueo que se había generado en ella tan repentinamente.
-Bien, nos veremos entonces- susurro, sin mostrar emoción alguna en su voz-… mascota.
  Estuve a punto de gritarle, pero que me contuve, esperando a que el tono de llamada finalizada se hiciera presente; así era siempre, una relación de estira y afloja… siempre había sido así. En un momento pensaba que hubiera sido lindo enamorarme de él, y en otros… como este, eran momentos en los que realmente deseaba verlo muerto… o matarlo con mis propias manos; podía ser tan idiota como simpático. Bufé, su llamada había arruinado mi concentración y serenidad, no dejaría que aniquilara también mi apetito; termine de ducharme y me vestí, lo más rápido que pude. Desenredé mi cabello con los dedos, y salí. Muy pocas veces me molestaba en peinarme realmente, mi cabello parecía acomodarse por sí mismo… y me daba un aspecto rebelde, pero sumamente atractivo. Cuando entre a la cocina, Charlie no estaba ahí… pero la mesa estaba cubierta de platos, vasos y la comida, el aroma volvió a hacer un hueco en mi estomago, realmente estaba hambrienta.
-Llama a tu hermano, por favor- me pidió Víctor mientras encendía un ventilador.
-Claro- sonreí, mientras me encaminaba al cuarto.
  Como era de esperarse, Charlie telefoneaba a Grecia… estaban planeando una huida cuando lo pille, me miro… y yo espere a que colgara para exigir una explicación. Mi hermano colgó discretamente y me miro fijamente a los ojos.
-No eres la única con tendencia fugitiva- inicio-, pero al menos yo la conozco.
  Eso me hirió, pude haberlo soportado de cualquier otra persona menos de él… el hecho de que Charlie me hubiera dicho eso, aniquilo algo en mi interior; no sabía si estaba enojada o triste, creo que ambos sentimientos se enzarzaban en una férrea pelea por la supremacía.
-Haz lo que se te dé la gana- declare, dándome la vuelta.
-Hermana…- gimió, al darse cuenta de lo que había hecho y me tomo de la muñeca-. Lo siento.
-No tienes nada que sentir- inquirí, soltándome violentamente de su agarre, imponiendo cierta distancia entre nosotros-, es tú vida… no mía. Así que al demonio.
-Daniela…- susurro, mirándome con tristeza.
-Necesitabas admitir que estoy demente- murmure, alzando la mirada para no llorar-, pero no esperaba que fueras el primero en hacerlo.
  Camine de vuelta a la cocina, con el orgullo y mi corazón hechos añicos, me senté entre Pepe y Martín, sin dirigirle una mirada a Charlie cuando cruzo el umbral, pero pude sentirlo… estaba triste, sabía el daño que me había hecho; era raro que él y yo discutiéramos, pero cuando lo hacíamos… solían ser peleas bastante difíciles, y duras. Éramos crueles uno con el otro, ninguno media su capacidad de lastimar al otro, era mero instinto competitivo; en eso nos especializábamos en competir uno con el otro, y a la hora de pelear… también competíamos por ver quién lastimaba más el orgullo del otro. Pero esto, esto había sido un golpe bajo de su parte, usar mi ''amor'' para excusarse, eso era escoria… aunque él no lo fuera, su acto fue una porquería, y una porquería que me había hecho más daño del que nunca sentí en mi vida. Y había pasado por experiencias bastante dolorosas, cosas que no le deseaba a nadie, y que agradecía por el hecho de que ni él, ni nuestra hermana pequeña recordaran; era mejor así… con que yo viviera atormentada por ello bastaba, no había necesidad alguna de inmiscuirlos en ello. Yo no podía enojarme con Charlie por ello, lo adoraba, pero me había lastimado… cerré los ojos, y me acomode el cabello detrás de mi oreja, ya hablaría con él, cuando me sintiera menos herida por sus palabras, hacerlo ahora solo causaría un revuelo innecesario en la mesa. Sofía nos sirvió y todos nos pusimos a comer en silencio; aunque Charlie aniquilaba con la mirada a los dos chicos que estaban dispuestos a cada uno de mis lados, y ellos a su vez… parecían estarme comiendo con la mirada; era algo a lo que me había acostumbrado, Jorge solía actuar como Charlie en algunas ocasiones, por eso no entendía porque se llevaban tan mal. Pensé en Marlon, ellos 3 se parecían, y los 3 siempre permanecían pendientes de mí, de una forma exagerada, pero… entre ellos no había ni espacio para el dialogo, el hecho de juntarlos era estar dispuesto a intervenir en una pelea, y aun así… los quería a todos…